Un chofer de la línea K de colectivos que fue baleado el jueves pasado mientras prestaba sus servicios en Rosario murió este domingo, tras haber agonizado durante tres días en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA) luego de que un sicario lo baleara en la cabeza.
Marcos Daloia, tenia 39 años y se convirtió en la cuarta víctima fatal de los atentados digitados, según se presume, por presos que abiertamente piden al gobierno provincial que les mejore las condiciones de detención.
La otra víctima del fin de semana, es el playero Bruno Nicolás Bussanich, de 25 años, quien fue ejecutado de tres disparos en la noche de este sábado mientras trabajaba en una Puma ubicada en Mendoza y Rojas, en la zona noroeste de la ciudad, a pocas cuadras de donde fue el crimen del colectivero.
Los agresores del playero se desplazaban en un Fiat Duna y dejaron en la escena del homicidio una nota dirigida al gobernador Pullaro y al ministro de Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni, a quienes le advirtieron: “Carguen con muertes inocentes. Atte: zona norte, zona sur, zona oeste. Unidos”.
El primer caso fue el del taxista Héctor Raúl Figueroa, que fue acribillado el martes pasado de nueve disparos al dejar a un pasajero en Flammarion al 5100, en barrio Las Delicias, en la zona sur. De acuerdo a la escena del crimen, quien jaló el gatillo fue un tercero que, a pie, se puso al lado de la ventanilla del conductor y abrió fuego.
Al día siguiente mataron a otro taxista. Fue el caso de Diego Alejandro Celentano (38), que fue asesinado de cinco disparos por los dos pasajeros que llevaba en Alvear y Garmendia, en la zona sur. Los tiros fueron a corta distancia y, de manera coincidente con el homicidio de Figueroa, las balas usadas eran de la Policía y al lado del taxi se encontró tirada una zapatilla.