Antes de convertirse en el líder de la Iglesia Católica y referente mundial, Jorge Mario Bergoglio fue un joven de barrio, hincha de San Lorenzo y amante del tango.
Antes de convertirse en una de las figuras religiosas más influyentes del siglo XXI, Jorge Mario Bergoglio fue un chico de barrio. Nació el 17 de diciembre de 1936 en el barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires, en una familia de inmigrantes italianos. Era el mayor de cinco hermanos y desde pequeño se destacó por su carácter reservado, su amor por el fútbol y su cercanía con los más humildes.
De joven, Bergoglio fue un apasionado hincha de San Lorenzo de Almagro, club al que siguió hasta el final de su vida. Le gustaban el tango, la literatura y los almuerzos en familia. Como muchos adolescentes de su generación, tuvo dudas sobre su vocación. Trabajó en un laboratorio químico, tuvo novias y soñó con formar su propia familia, hasta que una experiencia espiritual marcó su destino.

Historia
Jorge Mario Bergoglio nació en una casa modesta de la calle Membrillar, en el corazón de Flores. Hijo de Mario Bergoglio y Regina Sivori, ambos de ascendencia piamontesa, creció en una familia tradicional, con fuertes valores de trabajo, fe y comunidad. Amaba jugar a la pelota en la vereda, escuchaba tangos en la radio y disfrutaba de las reuniones familiares donde no faltaban los ravioles y las historias de inmigrantes.
El llamado
Aunque en su juventud trabajó como técnico químico y tuvo un par de novias, a los 21 años una experiencia en una confesión lo hizo replantear su vida. Ingresó al seminario jesuita y comenzó un camino de entrega, estudio y compromiso social. Fue ordenado sacerdote en 1969 y desde entonces combinó su labor pastoral con la docencia y el acompañamiento a jóvenes.

Bergoglio se destacó por su perfil bajo y su vocación de servicio. En 1992 fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y en 1998 asumió como arzobispo, cargo desde el cual se hizo conocido por recorrer los barrios más humildes, tomar el transporte público y rechazar los privilegios eclesiásticos. Su estilo sencillo, su cercanía con los curas villeros y su defensa de los más pobres marcaron su gestión pastoral.
Francisco I
El 13 de marzo de 2013, el mundo entero escuchó por primera vez el nombre de Francisco. En una histórica elección, Jorge Bergoglio se convirtió en el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia de la Iglesia. Su elección sorprendió por su humildad: apareció en el balcón de San Pedro con una sencilla cruz de hierro y pidió a la multitud que rezara por él antes de impartir su bendición.
Durante su pontificado, Francisco impulsó reformas dentro de la Iglesia, promovió el diálogo interreligioso, condenó los abusos sexuales cometidos por miembros del clero y denunció las injusticias sociales y económicas a nivel mundial. Fue un defensor del medioambiente con su encíclica Laudato Si’ y abogó por una Iglesia más inclusiva y solidaria.

Fiel a sus orígenes, el Papa Francisco nunca dejó de recordar sus raíces argentinas. Seguía de cerca la actualidad del país, conservó sus costumbres sencillas y mantuvo contacto con amigos y conocidos de su infancia. Su legado trasciende las fronteras religiosas y políticas, dejando una huella de humanidad, compromiso y humildad.
