Los trabajos están destinados a frenar el deterioro del hormigón y el óxido en los hierros.
Fue un proyecto ambicioso, hoy un gigante olvidado. Se trata de la “Ciudad Universitaria” ubicada en el Parque Sierra de San Javier que comenzarán a realizar obras: no para terminarla, sino para detener la erosión.
Historia
En 1948, el gobierno de Juan Domingo Perón expropió tierras en el Parque Sierra de San Javier y se las dio a la Universidad Nacional de Tucumán para desarrollar un ambicioso proyecto. Las obras comenzaron ese año y contemplaba una Ciudad Universitaria compuesta por tres edificios residenciales, un dique, un centro comunal, un anfiteatro al aire libre, una cancha de fútbol, un estadio con capacidad para 30.000 personas en la cima del cerro, el rectorado de la UNT y diversas facultades
Abajo, en el pedemonte que hoy conocemos como Horco Molle, estaba diseñado el proyecto de una Ciudad Sanitaria que constaba de un hospital de niños, una maternidad, un hospital de clínicas y residencias.
Ambas ciudades iban a estar conectadas por un tren funicular de 2.7 kilómetros. Además, se proyecto el acueducto de Anfama, que iba a llevar agua potable a toda la zona Oeste del área metropolitana.
En 1952, la situación económica del país se complicó y el gobierno de Perón dejó de enviar dinero a Tucumán. En 1954, las obras fueron declaradas en paralización. El proyecto de Horco Molle tomó otros rumbos, el funicular quedó a mitad de camino y de la Ciudad Universitaria sólo se contruyó la estructura de uno de los tres edificios planificados, el cual no se tocó más y quedó en estado de abandono.
La única obra finalizada fue el acueducto, hoy bajo el mantenimiento de la Sociedad de Aguas del Tucumán.
En cuanto al edificio abandonado, se registraron robos de la cubierta de chapa y algunos bloques de los siete pisos. El paso del tiempo, la humedad, el agua de lluvia y la falta de mantenimiento han generado un deterioro de la estructura durante los últimos 70 años.
Obras
Ahora, la UNT tomó la determinación de intervenir la estructura para reemplazar el hormigón deteriorado y frenar el óxido de los hierros. El objetivo es detener la erosión. Más adelante, la UNT formará un Consejo para determinar qué utilidad se le da al edificio. Desde ya, afirmaron que se necesitará de capitales privados o del Estado para encarar cualquier tipo de obra.
Los ingenieros Sergio Mohamed y Gerardo Madariaga, de la Secretaría de Proyectos y Obras de la UNT, afirmaron que la estructura no corre peligro de derrumbe, por lo que se puede seguir edificando.