El día del padre es un día que celebra y conmemora a una de las figuras más importantes de la vida (para los que tuvimos el privilegio de sentir su presencia)
Estar acompañada en la vida por un padre puede ser una experiencia única. Cuando el deseo se une a la oportunidad, el resultado puede ser realmente maravilloso. Ángel, en mi niñez, era esa persona que buscaba que el juego siempre esté presente. La visita a la plaza Haimes de mi ciudad natal un domingo por la tarde, andando en el subibaja o en las hamacas, seguramente eran su disfrute más grande después de una semana de trabajo.
En mi adolescencia, las salidas con amigos eran moneda corriente. Ángel se percataba de llevarme y traerme, a cualquier hora y de cualquier lugar. Seguramente, después de un largo día de viaje al trabajo, pensaba y sentía, que yo debía llegar bien a casa.
Cuando entré a la facultad y me mudé a otra ciudad, junto a mi madre procuraron que esté cerca de todo. Y él procuró estar cerca de mí.
Recuerdo almuerzos en mi nuevo lugar de experiencias con Ángel, que seguramente estaba muy cansado después de una mañana cargada de trabajo. Pero que quería hacerme sentir que una relación era posible a la distancia.
Mis padres venían a buscarme los viernes de cada semana, para llevarme a la ciudad natal. Cada domingo, me despedía cuando ya viajaba en colectivo. Cuando llegaba a mi ciudad, la imagen más hermosa que veía era mi papá esperándome en la terminal.
Mi padre estuvo en mis cumpleaños, bailó el vals de los 15 años, el de la cena de egresados en la secundaria, me vio graduarme de la universidad, construir una carrera y hoy, Ángel me guía en la vida.
En este día del padre, celebró su vida recordando su tiempo, su dedicación y su amor.
Estar acompañada en la vida por un padre, te cambia, te enseña que el amor es cuidado, tiempo, dedicación, presencia y creer en la libertad de dejar ser.