El encuentro estuvo más de cinco minutos detenido al repetirse la imagen de violencia de las fuerzas de seguridad en las tribunas.
En una imagen preocupante que se ha convertido en moneda corriente en unos muy extendidos últimos tiempos, nuevamente una hinchada visitante sufrió en Brasil violencia de parte de la policía local en las mismas tribunas. Los destinatarios fueron los casi mil hinchas que llevó San Lorenzo a su visita a Atlético Mineiro, en otra noche de Copa Libertadores que será recordada como otra de represión.
La situación estalló en el tramo final del partido, con golpes y gases con los que las fuerzas de seguridad intentaron dispersar de sus lugares a los simpatizantes argentinos disparándoles a pocos metros, en plena platea. Las sustancias tóxicas que flotaban en el ambiente no tardaron en llegar al campo de juego, donde no hizo distingos entre jugadores locales y visitantes: afectó y conmocionó a todos, y muchos terminaron vomitando sobre el césped en una imagen lamentable. Por supuesto, también lo sufrió el público anfitrión, con sus familias y niños presentes.
El árbitro Felipe González detuvo las acciones a los 35 minutos del segundo tiempo y, con los equipos allí sin resguardarse en el vestuario, recién pudo reanudar el encuentro a los 41. Ya con el eje del partido lejos del deporte y tras un tiempo adicionado exiguo para lo que había sucedido, se despidió San Lorenzo en otra noche de vergüenza en las gradas.
Los reportes posteriores dieron cuenta de la existencia de al menos un detenido y un herido de bala de goma entre la parcialidad argentina.