La estrella de 65 años cumplió con las expectativas de aquellos que aguardaron hasta doce horas para verla. Madonna se acercó al público en repetidas ocasiones a través de las tres pasarelas que se extendían desde el enorme escenario de 812 metros cuadrados erigido en las arenas de la playa más famosa de Brasil.
Madonna no se negó a saludar ni a las cientos de personas que asistieron al concierto desde decenas de embarcaciones ancladas frente al escenario. Sus admiradores la ovacionaron en todo momento, acompañándola en varias ocasiones con el rítmico sonido de abanicos, un accesorio imprescindible debido a las temperaturas inusualmente altas de 30 grados para esta época del año. La mayoría de estos abanicos estaban decorados con los colores del arcoíris.
El público ya estaba entusiasmado cuando su ídola apareció en el escenario a las 22:36, hora local. El DJ estadounidense Diplo se había encargado de animar a la multitud con una selección de temas que incluyó varios clásicos del funk, el género musical nacido en las favelas de Río de Janeiro, según informó Carlos Moreno para EFE.