De acuerdo con la Federación Mundial de Neurología, el 90% de los accidentes cerebrovasculares y el 40% de los casos de demencia se pueden evitar
El Día Mundial del Cerebro (Word Brain Day) es un evento anual que se celebra el 22 de julio de cada año con el objetivo de promover la conciencia y la educación sobre los trastornos neurológicos que afectan a millones de personas en todo el mundo. El evento, organizado por la Federación Mundial de Neurología (World Federation of Neurology), establece un tema diferente cada año para resaltar la importancia de la salud cerebral en el bienestar humano.
Todos los órganos del cuerpo humano son importantes y varios de ellos vitales, pero en el caso del cerebro, participa en todas las actividades de la existencia: desde las cognitivas, como pensar, abstraer, leer o las percepciones; y reacciones en forma de acciones y funciones corporales que tenemos, en respuesta a los múltiples estímulos sensoriales del medio.
Básicamente, el cerebro es, nada más ni nada menos, el órgano que, por ejemplo, nos conecta con el mundo circundante y nos crea la imagen de la realidad en la que vivimos. En base a esto, la prevención a lo largo de la vida es muy importante para tener un envejecimiento saludable y ciudar nuestra salud cerebral.
Las reglas para cuidar la salud cerebral
El doctor Alejandro Andersson, neurólogo, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA) afirmó que, para envejecer al menor ritmo posible y conservar un cerebro sano, es fundamental adoptar hábitos saludables de vida:
1. Seguir una alimentación saludable. “La dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescado, aceite de oliva y nueces, ha demostrado tener beneficios para la salud cerebral. Además, consumir alimentos ricos en antioxidantes y ácidos grasos omega-3 (pescado, semillas de lino o de chía y nueces), puede ayudar a proteger el cerebro contra el daño oxidativo y la inflamación. También es importante evitar el consumo excesivo de alcohol”, destacó.
Por otra parte, el doctor Ignacio Previgliano, médico neurólogo, ex-director Médico del Hospital General de Agudos J. A. Fernández, especialista en Neurología y Terapia Intensiva aseguró que para prevenir el ACV y otras patologías “es necesario reducir el consumo de sal. Si se tiene en cuenta que el sodio eleva la tensión arterial, la reducción de la cantidad diaria es una sencilla forma de prevenir esta enfermedad”.
2. Mantener una buena hidratación. El licenciado Diego Querzé, jefe de Nutrición en Enfermedades Neurológicas de Fleni, explicó que “el agua representa el 75 % de la masa cerebral e interviene en la regulación de las funciones cerebrales. La deshidratación afecta al rendimiento cognitivo, particularmente en tareas que involucran atención, función ejecutiva y coordinación motora”.
Y añadió: “La restricción de la ingesta hídrica induce cambios cerebrales (reducción del volumen cerebral y aumento del ventricular), que son reversibles con la rehidratación”.
3. Hacer ejercicio físico de forma regular. “La actividad aeróbica, como caminar, correr o nadar, mejora la circulación sanguínea y promueve la neurogénesis, mientras que el entrenamiento de fuerza ayuda a mantener una buena función cognitiva”, dijo Andersson.
En coincidencia, Previgliano aconsejó aumentar el movimiento. “Hay varias investigaciones que demuestran que las personas que caminan 30 minutos al día pueden tener un ACV menos grave o, incluso, evitarlo”.
4. Procurar la estimulación cognitiva constante. “El aprendizaje continuo, como leer, jugar juegos de estrategia o aprender nuevos idiomas, y la socialización frecuente son esenciales para mantener las funciones cognitivas”, remarcó Andersson.
5. El sueño de calidad es otra pieza clave. “Tener una buena higiene del sueño, con horarios regulares y un ambiente adecuado, es crucial para la salud cerebral”, afirmó el neurólogo de INBA.
“Desde hace algún tiempo se sabe que las personas con demencia a menudo tienen un sueño deficiente y fragmentado, y nuevos estudios sugieren que si no se duerme lo suficiente, se tiene un mayor riesgo de sufrir demencia”, afirmó el doctor Andrew E. Budson, jefe de neurología cognitiva y conductual en Veterans Affairs Boston Healthcare System, profesor de neurología en la Facultad de Medicina de Harvard.
6. Realizar controles de audición regulares y en caso de ser necesario, utilizar audífonos. “El riesgo relativo de demencia aumenta con la hipoacusia (disminución de la audición). Se ha encontrado que este trastorno, medido por audiometría, se asocia con una disminución del volumen de algunas áreas cerebrales relacionadas con la memoria, como el hipocampo y la corteza entorrinal”, dijeron los doctores Leandro Patrone y Leandro Miguel Kim, miembros del Departamento de Geronto-Neuropsiquiatría y de la Clínica de la Memoria de INECO.
Y agregaron: “La utilización de audífonos podría devenir en una menor incidencia de problemas cognitivos, sobre todo en personas mayores y en aquellos que presenten factores de riesgo para el deterioro cognitivo. Una explicación posible es que las personas que oyen menos tienen una capacidad disminuida para recibir estímulos sensoriales, los cuales son importantes para la interacción social y el entrenamiento cerebral”.
7. Evitar el cigarrillo. Previgliano destacó que el consumo de tabaco aumenta cuatro veces el riesgo de padecer un evento cerebrovascular. Por otra parte, los profesionales de INECO dijeron: “Los fumadores tienen un mayor riesgo de demencia que los no fumadores, y un mayor riesgo de muerte prematura. Esto puede deberse a varios factores, tales como el daño a los vasos sanguíneos y la inflamación crónica en varios órganos del cuerpo, entre los cuales se encuentra el cerebro”.
Por lo cual, dejar de fumar, incluso en edades avanzadas, reduce ese riesgo y es una medida esencial para prevenir el deterioro cognitivo y promover una función cerebral saludable a lo largo de la vida, ya que no solo protege la salud cognitiva, sino que también mejora la calidad de vida en general, dijeron.
8. Manejar el estrés mediante técnicas de relajación como el yoga, la meditación y el mindfulness. Varias investigaciones han encontrado que los niveles altos o persistentes de estrés se asocian con escasa interacción social, poca capacidad para realizar actividades físicas y de ocio, y un mayor riesgo de demencia.
9. Encontrar un equilibrio en el uso de la tecnología. Es fundamental evitar los riesgos de su utilización excesiva: “La sobrecarga de información dificulta la concentración y el procesamiento profundo. El ‘vamping’, el hábito de quedarse despierto hasta altas horas de la noche utilizando el celular y otros dispositivos electrónicos, afecta negativamente el sueño, esencial para la salud cerebral, y las redes sociales pueden fomentar la adicción, alterando los mecanismos de recompensa del cerebro. La reducción de tareas cognitivamente exigentes puede llevar a la pereza mental y deterioro cognitivo, y el sedentarismo asociado con el uso prolongado de dispositivos afecta negativamente la función cognitiva”, explicó el doctor Andersson, instando a encontrar un equilibrio en el uso de la tecnología, aprovechando con moderación sus beneficios como aprendizaje continuo, la estimulación cognitiva y la comunicación.
10. Protegerse contra traumatismos usando casco y cinturón de seguridad. Los jugadores de deportes de contacto están expuestos a sufrir traumatismos de cráneo reiterados, lo que puede tener importantes consecuencias para su salud cerebral, de acuerdo a diversas investigaciones.